La Terapia o el Trabajo Psicológico
La terapia o el trabajo psicológico con las personas es un gran regalo donde descubrir tanto cuál es el sentido de vida como cuál es el sentido del dolor y del sufrimiento. Gracias al privilegio de poder sentir cada día a personas, que al igual que tú y yo, son movidas a pedir ayuda o hacer un trabajo terapéutico por lo mismo que nos une a todos, sentirnos bien.
Eso que parece tan sencillo y tan obvio, dirige la vida de todos y cada uno, y en consecuencia el movimiento global en el mundo. Entonces, ¿por qué si es tan obvio y aparentemente sencillo nos cuesta tanto logarlo? Seguramente porque estamos confundidos en la forma en la que lo hallaremos.
“Si no tuviera ese problema, todo iría bien”, “si esa persona me dejara en paz, yo no estaría mal”, “sólo necesito que la ansiedad y la angustia que siento desaparezcan”, “cuando esto pase o consiga aquello, todo cambiará”. A menudo escucho estas frases en las sesiones y en los grupos de terapia, y por supuesto las entiendo ¡cómo no iba a entenderlas si yo también las formulaba hace algún tiempo y de vez en cuando “recaigo”!
Cuando indagamos juntos en esos trabajos terapéuticos, vamos cada vez acercándonos al “kit de la cuestión”, igual que esas muñecas rusas que dentro de una hay otra y dentro otra y así sucesivamente, las emociones, pensamientos y sensaciones van dejando descubrir al “descender” una única energía que causa el sufrimiento, el miedo.
Hace poco, en un grupo, una mujer joven me preguntaba porque seguía teniendo tanto miedo, hasta el punto de perturbar su vida, el que su hija volviera a sufrir otro episodio de rechazo por parte de otros niños. Su hija ya no tenía miedo, pero ella sí. Le invité a mirar dentro, “descendiendo” y remontándose a lo largo de su historia a ver con que estaba conectando ese miedo que tenía por su hija. De pronto rompió a llorar, y podía sentirse una energía retenida durante mucho tiempo. Gracias a ella todos en el grupo nos dimos cuenta de por qué nos cuesta tanto dejar de sufrir, y es ese miedo a sufrir todavía más, si conectamos con lo que hay dentro. Sin embargo, después en privado, tenido el privilegio de acompañar a esa joven en ese proceso que se despertó en el grupo, desde ese aparente “tocar fondo” surge ahora una mujer nueva, que comenzando con ese ”darse cuenta” ahora se siente bien.
Como ella, hay más personas que le dan la vuelta a su proceso, y ese miedo da paso a su opuesto, la energía del AMOR, que les sana.
Otra persona, acertada sin duda, me comentó que ella le tenía miedo al miedo. ¡Claro! Cada día me entusiasmo con la sabiduría de las personas, aunque no sepan aún que la tienen. Tenemos miedo al miedo sin saber que ese miedo es lo que le da sentido a nuestro Amor. Nuestra forma de Amar incluye apego, ese lado “egoísta” por el cuál cuando alguien fallece, nos preguntamos por qué NOS ha dejado y queremos que vuelva porque LE echamos de menos. Esa parte del “ego” que no es egoísta ni mala, sino que es así por naturaleza, ligado al sistema de supervivencia y necesitando el Amor hacia nosotros mismos. A todos nos cuesta admitir, que si una persona nos deja, lo que más nos hace sufrir es que ya no NOS amará.
Pero podemos aprender, practicar, descubrir, formas de amar. No necesitamos nada nuevo, el amor ya está ahí. Tal vez sea buena idea amar a esa parte de nosotros que sufre, en lugar de esconderla o rechazarla. No digo que sea fácil, no lo es al principio. Pero si es efectivo y natural. La seguridad que nos da evitar aquello que nos hace daño o que nos da una pastilla para calmarnos, se traslada en algo que me permite ir, hacer y deshacer sin nada más que la consciencia en el amor a mi mismo. Dejemos de leer sobre cómo sentirnos bien, y comencemos preguntarnos cómo crearlo!